¡Qué rápido ha cambiado el mundo! Quién se atrevería a negar que somos una generación privilegiada, una que ha vivido para contar cómo el mismo ser humano idiotizado por cientos de años, en apenas décadas parece decidido a abandonar por fin la edad de la rueda y pasar de la mano-factura a la mente-factura. Cada día, el pensamiento se legitima como forma de trabajo, aún en los reclusos de los estereotipos más primitivistas, tanto, que parece no sólo ser la manera más inteligente de gastar energía sin sudar, sino la más efectiva desde la perspectiva de un impacto perdurable…Pensar… esa subestimada función vital, deviene coordenada y puente de quienes navegamos por los mares electrónicos, pero también de quienes sueñan con navegar, porque en un mundo donde más del 70% no tienen puerto tecnológico, es casi surrealista pretender que sólo los internautas piensan, aunque definitivamente estamos ante una nueva mutación sociogenética del apartheid mundial, esta vez ya no sólo por la reminiscencia de otras discriminaciones como la racial, sexual, cultural, de género o intelectual, que subsisten, sino además ahora por el derecho legítimo que todos tenemos de nacer con un cable en la mano.
Señores y señoras, de ayer, señores y señoras de hoy, porque siempre han existido, pero al fin hoy en Cuba son asumidos, o al menos se han puesto de moda como reedición del clasicismo grecolatino. Anarquistas del siglo diecinueve, amantes del libre pensamiento y delincuentes de pura sepa…ya nació la sociedad virtual, el mundo paralelo, la tierra prometida, que aunque no es objetal, también es real, ese mundo que trasciende la intangibilidad y teje la realidad. Un espacio, que no es mejor ni peor, porque seguimos siendo los protagonistas. Dios existe, está en Internet, en su concepción ideológica y en la oportunidad que su tecnología propicia, como también sé que el Diablo está en la realidad que las estadísticas de acceso reflejan. Según cifras expuestas en el décimo tercer congreso de Facultades Latinoamericanas de Comunicación Social (FELAFACS) en África sólo el 3,9% de todos los habitantes se han sentado delante de esa ninfa mesiánica llamada PC. En América Latina, sólo el 10,5% tienen acceso a Internet y dentro de la realidad latinoamericana las asimetrías se profundizan a tal grado que en Costa Rica sólo 4% ha bebido alguna vez del pomo de miel, al tanto que en Haití no hay datos pues las cifras no son confiables. Sin embargo alguien pudiera pensar que este conflicto de acceso es sólo un fenómeno tercermundista, quién puede creer que sólo el 24,2% de la población Europea se ha lavado la cara con el elipsis de la juventud o qué en la mitificada Cuba el % de acceso es 0,9% superior al % de América latina. Evidentemente este nuevo tipo de discriminación llamado por algunos brecha digital, pero que para mí ya va siendo un agujero negro, no puede decodificarse como las discriminaciones anteriores. Cuando Gutenberg inventó la imprenta hacia 1450 el mundo medieval y analfabeto de entonces ni se enteró. Pero los monjes salieron corriendo con sus pergaminos y enclaustraron la enseñanza. Tuvieron que pasar siglos para que la universidad napoleónica le pusiera toga y levita al mundo fuera del claustro. ¿Realmente alguien cree que ahora los gobiernos y los empresarios, la nueva iglesia del siglo 21 se parece más a Gutenberg? ¡No! Se siguen pareciendo a los monjes, sólo que hoy los analfabetos de entonces han sufrido una especie de meiosis celular: por una parte están los que siguen siéndolo y por la otra los que han pasado como resultado del fetichismo mercantil del literalismo al funcionalismo, y nosotros la generación Frankestein, esos que no pertenecemos a la llamada generación Einstein (nativos de Internet) ya sea porque estamos fuEra del grupo etario de los nacidos después del 88, o porque cuando nacimos nos tocó recoger los escombros del muro de Berlín, o seguir cargando la marea histórica de la desmemoria en continentes olvidados, o porque fuimos tozudos y apagamos el celular, algunos por altruismo, otros simplemente porque no pudimos seguirlo pagando.Si, otra vez ya no se puede distinguir quien se sienta a la izquierda o a la derecha. Dicen que cada cual tiene su punto de vista, que al final las opiniones no son otra cosa que miradas desde un punto, pero lo trascendental aquí, es que tanto los gobiernos de occidente, como los de oriente, los grupos de poder del centro y de la periferia, están con sus pergaminos en la mano y dispuestos a meterse en la primera abadía que encuentren porque no quieren que sus manipulados se enteren de cuanta mentira cabe en un discurso monólogo. En Cuba por ejemplo, la gestión gubernamental recuerda a Penélope tejiendo y destejiendo un cable de fibra óptica al tanto que la precaria conexión satelital online es restringida con pretexto de una política que prioriza objetivos económicos, pero que al final al interior de estos objetivo la conexión también es restringida sin mayores comentarios que aquel del gran filósofo pánfilo: “jama, jama es lo que hace falta” porque a quién le importa la realidad virtual, el cable de fibra óptica cuando se vive en la dicotomía shakesperiana de comer o no comer? En fin que tanto en la política de ciegos todos pero iguales o en la que el tuerto es el rey están los que aún no se enteran, los que nacieron con Internet la llamada generación Einstein y nosotros la generación Frankestein, esos que ni en este mundo virtual donde todo es posible nos libramos del estigma de tener que llegar tarde y que se nos mire por arriba del hombro, porque en un lugar de la mancha de cuyo nombre no quiero acordarme la crisis desgarra y canta..
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