A Dulce Maria Loynaz
“Es muy difícil olvidar el olvido”, sentenció la poeta, en una de las tantas entrevista que concediera al resurgir del claustro a la que fue marginada durante décadas en tierra propia. Tuvo que Cervantes abrazar literalmente los jardines de su morada, para que al fin se develara ante la vista del ciudadano común la inconmensurable impronta de La Dulce para la poesía hispanoamericana.
Hoy cada verso suyo forma parte del declamar obligado de los amantes de un refinado hacer estético y hasta de los esnobistas, que sin comprender totalmente, quedan atrapados por el aura mística que acompaña a su obra. Hoy que ya no está, continúa estando, sigue latiendo su mensaje comprometido con la originalidad creativa, con esa autonomía artística, que aunque no escapa a influencias, deviene propia bajo el principios de que comenzamos a ser, sólo cuando somos capaces de hacer algo propio, con lo que otros han hecho o formado en nosotros mismos.
Hoy 108 años después de su natalicio, La Loynaz nace de nuevo, pues sólo lo verdaderamente clásico mantiene la virtud de dialogar en todo espacio y tiempo independientemente de las variaciones generacionales y contextuales. 108 años después la verdad esculpida bellamente trae a la puerta de su casa habanera a una mujer indoblegable que venció a la desmemoria.
Salud para tu alma DULCE MARIA
10 Diciembre 2010. South West MIAMI.
“Es muy difícil olvidar el olvido”, sentenció la poeta, en una de las tantas entrevista que concediera al resurgir del claustro a la que fue marginada durante décadas en tierra propia. Tuvo que Cervantes abrazar literalmente los jardines de su morada, para que al fin se develara ante la vista del ciudadano común la inconmensurable impronta de La Dulce para la poesía hispanoamericana.
Hoy cada verso suyo forma parte del declamar obligado de los amantes de un refinado hacer estético y hasta de los esnobistas, que sin comprender totalmente, quedan atrapados por el aura mística que acompaña a su obra. Hoy que ya no está, continúa estando, sigue latiendo su mensaje comprometido con la originalidad creativa, con esa autonomía artística, que aunque no escapa a influencias, deviene propia bajo el principios de que comenzamos a ser, sólo cuando somos capaces de hacer algo propio, con lo que otros han hecho o formado en nosotros mismos.
Hoy 108 años después de su natalicio, La Loynaz nace de nuevo, pues sólo lo verdaderamente clásico mantiene la virtud de dialogar en todo espacio y tiempo independientemente de las variaciones generacionales y contextuales. 108 años después la verdad esculpida bellamente trae a la puerta de su casa habanera a una mujer indoblegable que venció a la desmemoria.
Salud para tu alma DULCE MARIA
10 Diciembre 2010. South West MIAMI.
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